Filmar en feminino

Prix : 15,24 euros + frais postaux

n°14


Sommaire :

Luis HUESO MONTÓN : Cineastas en la historia
Paulo Antonio PARANAGUA : Cineastas pioneras de América latina
Alet VALERO : Una española frente a la españolada. Rosario Pi, El Gato montés, 1936
Emilio C. GARCÍA FERNÁNDEZ : Itinerarios administrativos y comerciales en la obra de Ana Mariscal
Nancy BERTHIER : Ana Mariscal, directora de cine bajo el franquismo
Laurence KAROUBI : La voluntad didáctica de Ana Mariscal
Françoise HEITZ : El crimen de Cuenca : la violencia en feminino
Jacques GILARD : Oriana. Del cuento de Marvel Moreno al guión de Fina Torres
Pilar MARTÍNEZ-VASSEUR : Arantxa Lazcano : Los años oscuros, el espejo de Euskadi
Jean-Pierre CASTELLANI : Icíar Bollaín, la crisálida del cine español
Ana POLIAK : El tiempo en un ventilador
Emmanuel LARRAZ : Evocación de Lola Salvador Maldonado, guionista

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Evocación de Lola Salvador Maldonado, guionista


Emmanuel LARRAZ


Universidad de Borgoña

El cine implica un trabajo de equipo y aunque el público se deje deslumbrar a menudo por la fama de las estrellas o de los directores endiosados, conviene recordar la importancia de la participación de elementos tan indispensables como el director de fotografía, el montador o el guionista.

El trabajo del guionista, fundamental en la medida en que es quien inventa, quien crea la historia, ha sido poco reconocido tradicionalmente. Sin embargo puede afirmarse, tomando un ejemplo latinoamericano, que el cine de Arturo Ripstein no tendría el éxito que tiene últimamente sin la colaboración de la guionista Paz Alicia Garciadiego y la historia del cine español de las tres últimas décadas sería totalmente diferente y mucho más pobre, de no haber existido el guionista Rafael Azcona con quien han rodado sus mejores películas directores tan personales por otra parte como Luis García Berlanga, Carlos Saura, Pedro Olea, Fernando Trueba, José Luis Cuerda y José Luis García Sánchez …

Lola Salvador Maldonado, nacida en Barcelona en 1938, en plena guerra civil, es una de las grandes guionistas y una de las pocas que con su maestro admirado, Rafael Azcona, se ha dedicado totalmente a esta profesión, escribiendo para la televisión y el cine.

Esta semblanza es el resultado de largas charlas con Lola Salvador durante el último Festival de San Sebastián, en septiembre de 1996, al que ella asistía como miembro del Jurado del Premio Euskal Media.

Los primeros trabajos en la televisión

Hija de unos padres “muy rojos” que la criaron en Madrid en un ambiente familiar progresista, Lola Salvador es claramente una persona generosa que, a pesar de disponer de muy poco tiempo libre, por su condición de miembro del Jurado se las arregló para dedicar unas horas a la reflexión sobre su propio oficio y la situación de la mujer en la cinematografía española. Le gusta matizar para tratar de llegar a la expresión lo más precisa posible. Reconoce por ejemplo que todavía hace poco tiempo hubiese afirmado que no veía ninguna diferencia entre la situación de los chicos y las chicas en la profesión, y que todos eran unos privilegiados por tener un trabajo tan hermoso. Pero al hacer ahora el balance de lo que ha sido su experiencia, le parece que si bien es cierto que el mundo del cine ha sido uno de los menos sexistas al recoger la hermosa tradición del teatro, una de las pocas profesiones abiertas a las mujeres, también hubo que romper algunas barreras. Recuerda por ejemplo que alguien tan querido como Chicho Ibáñez Serrador con quien debutó en la televisión en la época en que rodaba Historias para no dormir se enfadó muchísimo, la vez en que por primera vez, se tomó la libertad de escribir unos pequeños textos en ausencia suya, unas “cuñas” para enlazar algunas secuencias. Entonces, la palabra pertenecía al maestro que por otra parte a lo mejor hubiera tenido la misma reacción si la iniciativa la hubiese tomado un chico. El sexismo en el ejercicio de la profesión salta a veces en cosas prácticas y tan importantes como la economía, el dinero. Perteneció durante dos años al Comité de la Sociedad de Autores, y pudo notar que cuando realmente se discutía de dinero, se sentía cierta irritación en algunos compañeros que hasta entonces se habían mostrado impecables. Preferían claramente la actitud más tradicional de Ana Diosdado, otra de las mujeres del Comité, interesante dramaturga y guionista, quien afirmaba que”no entendía de números”. Lola Salvador sí entiende de números, aunque no sea lo que más le gusta y repite que a menudo ha percibido, a la hora de firmar los contratos, cuando se discute de dinero, cierto desconcierto en algunos ejecutivos de televisión o productores de cine que se sorprenden de las exigencias de una mujer. También es verdad que las cosas han evolucionado en este sector de la profesión y buen ejemplo de ello es Beatriz de la Gándara, que es quien lleva la productora para la cual trabaja Fernando Colomo, su esposo.

Por lo demás Lola Salvador no ve ninguna diferencia entre chicas y chicos en el acto de creación artística, cuando se trata de inventar una historia y contarla en un libro o una película. Con cierto humor dice que de hecho, pensándolo bien, la narración quizás sea una actividad fundamentalmente femenina. Las mujeres son las “charlatanas” que cuentan las cosas al amor de la lumbre, las que inventaron historias y luego lo que hicieron fue mandar a los maridos por los caminos para difundirlas y porque querían quitárselos de encima. Puede ser que el mismo Shakespeare del que hay tan pocos datos fuese una mujer.

Volviendo a su propia experiencia, confiesa que se siente, aunque pueda parcer sorprendente, más escritora que guionista y que le queda cierta nostalgia de no haber podido dedicarse de lleno a la literatura. Lola Salvador escribió una trilogía de novelas autobiográficas El olivar de Atocha, de las que se hizo una serie de televisión que tuvo mucho éxito pero que “se comió” a las novelas que habían sido publicadas por Plaza y Janés. Como escritora siente que su manera de ver el mundo tiene mucho que ver con la actitud del actor, ya que el escritor se mete en el pellejo de todos los personajes que va creando, como también lo hace, a su manera, el actor.

El gusto por la invención de historias le viene desde la infancia, cuando se divertía imaginando aventuras que contaba a las amigas. Piensa que el escribir guiones tiene mucho que ver con la oralidad, lo mismo que la narración cinematográfica. Empezó a trabajar como meritoria en televisión, por nada, porque le gustaba el ambiente que allí había y vio la posibilidad de lanzarse a la escritura de guiones. Una de las primeras historias que escribió fue una adaptación de un cuento de Villiers de l’Isle Adam, Vera, un cuento cruel que Josefina Molina rodó para televisión primero y luego para el cine. Si le gustó la adaptación para televisión, se distanció de la versión cinematográfica en la que intervino la producción, exigiendo cambios y, después de enfadarse mucho, se negó a aparecer en los títulos de crédito. Era una época de rebeldía y de grandes ideales y también se enfadó a propósito del tratamiento que se hizo de otro guión suyo que evocaba la mítica figura de Don Juan. Ese Don Juan , filmado por Antonio Mercero y que recibió muchos premios tenía una intención satírica. El evocar la realización de una película sobre Don Juan para un Festival Internacional, le permitía introducir elementos de burla del funcionamiento del propio Ente Público. La censura exigió que la carga satírica se suavizase.

También hubo problemas de censura con Juan Soldado película para televisión interpretada por Fernando Fernán Gómez sobre un guión de Lola Salvador y que es según ella lo mejor que ha hecho en su vida y lo que más le gusta . Eran los tiempos heróicos de la televisión y de la lucha desde dentro de los que se oponían al franquismo e intentaban “meterle goles”. Inspirándose en una serie que se titulaba Cuentos y Leyendas y que estaba basada en cuentos de Bécquer, ella propuso la adaptación libre de un cuento de Fernán Caballero, Juan sin miedo , que está presente en el folklore de todos los países europeos. Para reivindicar la libertad de manera indirecta, se decía que “Juan Soldado no tiene miedo mientras tiene libertad”. La anécdota contaba como un soldado veterano, en un tiempo no definido para que no hubiese problemas y que llevaba un casco que parecía de la Primera Guerra Mundial, intentaba reengancharse y le echaban por viejo. A pesar de su pobreza y de sólo tener “tres maravedises y un trozo de pan después de 25 años de servir al Rey” se muestra caritativo con Jesucristo y San Pedro que le aparecen como en los cuentos y éstos le conceden un deseo. Juan Soldado pide que todo lo que él quiere pueda entrar en su morral. Así, cuando llega a las antesalas del cielo y le niegan la entrada, mete a San Pedro en el morral y todos los que estaban esperando pueden irrumpir en lo que aparece como un decorado falso. La película magníficamente interpretada por Fernando Fernán Gómez con mucha gracia,tenía un tufillo a la vez antimilitarista y antirreligioso. Le dieron varios premios internacionales pero en España se armó un gran revuelo y terminaron por cortarla antes de pasarla muy tarde y sin aviso previo.

Lola Salvador Maldonado

La colaboración con Alfredo Matas en el cine

En el cine ha escrito guiones en exclusiva para el productor Alfredo Matas que ha fallecido hace poco, y que dirigía la compañía Jet Films , responsable de algunas de las películas más importantes de la historia reciente del cine español. Lola Salvador reivindica la autoría del guión original del Crimen de Cuenca (1979) rodada por Pilar Miró y que ha sido una de las películas más taquilleras de los últimos años. Recuerda que se trataba de un encargo del productor y que empezó a escribirlo con Juan Antonio Porto. Fue difícil conseguir los datos sobre este error judicial a partir de los archivos del Tribunal Supremo que eran de dominio público pero cuyo acceso fue dificultado por la prohibición de hacer fotocopias o de grabar en magnetófono. Escribieron dos proyectos distintos ya que Juan Antonio Porto quería hacer una película de juicios, mientras que Lola Salvador quería enfocar claramente el tema de la tortura. Pensaba que era oportuno evocar este tema en la España de la época donde seguía habiendo una policía que todavía no había asimilado los valores democráticos. Lola Salvador estaba preocupada por esta problemática y había participado en Grecia a una reunión para denunciar la existencia de la tortura que había sido organizada por Amnesty International. Alfredo Matas que acababa de obtener cierto éxito comercial con Mi hija Hildegard (1977) rodada por Fernando Fernán Gómez a partir de unos hechos reales, también se interesó por la historia de este atropello judicial y decidió que se rodaría el guión escrito por Lola Salvador. Para Pilar Miró fue una película de encargo y así lo declaró a menudo en la época, y parece ser que en un principio no le interesaba demasiado porque ella estaba y muy metida en el proyecto de su película en parte autobiográfica Gary Cooper que estás en los cielos (1980)

Lola Salvador insiste en la fidelidad a la realidad que fue la suya al escribir el guión a partir de la consulta de los archivos y de conversaciones con gente del pueblo de la provincia de Cuenca donde ocurrieron los hechos. Recordemos que a principios del siglo, en una aldea miserable dominada por los tradicionales caciques, desapareció un pastor y fueron acusados de su muerte y condenados, después de sufrir la tortura, dos campesinos considerados como sospechosos por las “fuerzas vivas”. De hecho aceptaron declarase culpables y confesar un crimen que no habían cometido para poner fin al sufrimiento y salvarse de la pena capital según el consejo de sus abogados. El escándalo estalló cuando, habiendo cumplido los inculpados su condena de dieciocho años de presidio, apareció el supuesto muerto que había estado viviendo en otro pueblo de la provincia. La película tiene un tono realista y a veces la representación de la tortura está al límite de lo soportable. Algunos de los momentos que mejor funcionan han sido inventados en el proceso de la escritura. Es el caso por ejemplo de la secuencia en la que se ve como una mujer le da leche de su seno a uno de los acusados atormentado por la sed. También se llegó a suprimir escenas que a pesar de ser reales hubieran podido parecer exageradas y poco verosímiles. Así se suprimió una terrible escena de chantaje a una de las mujeres. Según los testimonios de la época, habían metido a su niña recién nacida en una fosa y la amenazaron con enterrarla viva si no acusaba al marido.

La adaptación que hizo Pilar Miró del guión fue fiel y Lola Salvador sólo recuerda dos escenificaciones de la tortura que fueron modificadas por la directora. Una, recogida en el guión a partir de los documentos, se refería a uno de los acusados que estuvo en un rincón de la celda con los testículos atados. En la película el reo aparecía colgado y el suplicio era más explícito. Otro cambio se refiere a la rotura de una oreja con una pistola, cuando en la película se convierte en la oreja desgarrada por un gancho. El montaje paralelo de la secuencia final de la película ya estaba en el guión y es como un homenaje al final de algunas grandes películas del oeste. Se trataba de expresar de esta manera la emoción que recordaban los testigos del reencuentro de los dos acusados después de años de presidio, que decían que “hasta las piedras lloraban”.

Lola Salvador recuerda que hubo cierta inquietud cuando se terminó de montar la película de la que se organizaron algunos pases privados para unos jueces (en uno de ellos estuvo Felipe González) y opinaron que El crimen de Cuenca no tendría problemas de exhibición. Se basaban en el hecho que acababa de autorizarse la proyección de Midnight Express de Alan Parker y no contaban con la susceptibilidad de los militares que se sintieron ofendidos por la evocación de este atropello jurídico en el que la tortura fue ejercida por miembros de la Guardia Civil. La película fue secuestrada durante casi dos años ya que se la acusaba del delito de injuria a los militares, y sólo al aprobarse un nuevo Código de Justicia Militar a finales de 1980, pudo retornar el caso a los tribunales ordinarios que la absolvieron.

Cuando se estrenó en 1981, con vigilancia policial a la entrada de los cines por amenazas de atentados, el hecho de ser la primera película prohibida desde la desaparición de la censura en 1977 atrajo a largas colas de espectadores y la convirtió en un extraordinario éxito comercial.

Lola Salvador tuvo la idea de adaptar al cine la novela Bearn del mallorquín Llorenç Villalonga que poca gente había leído y por eso, cuando se estrenó la película en 1983 se la comparó con El gatopardo , cuando los universos evocados eran muy diferentes. La novela evoca noventa años de la vida en Mallorca lo que es enorme y la película se centró en un momento de aquella obra que tiene partes muy curiosas y que, según la guionista, le pareció a veces una novela “muy tramposa, muy mentirosa”. La película recoge la huida a París, en la segunda mitad del XlX, de don Antonio de Bearn, un representante de la nobleza rural, con su sobrina Xima. Don Antonio de Bearn, antes de dejarse arrastrar por la fuerza de ese amor incestuoso, había vivido en la soledad altiva de su casa señorial con su esposa doña María Antonia y en compañía casi constante de un joven seminarista Juan Mayol. La película rodada con elegancia por Jaime Chávarri, cuenta con unos actores extraordianarios : Fernando Rey en el papel del noble decadente, Amparo Soler Leal en el de su esposa doña María Antonia, Angela Molina en el de Xima e Imanol Arias en el de Juan Mayol. Lola Salvador desarrolló el carácter de este personaje, insistiendo en la frustración que siente este joven, lleno de vitalidad, al tener que renunciar por su condición de sacerdote, a la aventura intelectual y a las múltiples tentaciones de la carne. El personaje de Xima, interpretado por Angela Molina, es más fiel al personaje de la novela.

Jaime Chávarri que siempre se mostró muy respetuoso con los guiones que aceptaba filmar, fue llamado otra vez por Alfredo Matas para rodar, en 1983, otro guión de Lola Salvador escrito a partir de la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez Las bicicletas son para el verano que había tenido un gran éxito de público. Lola Salvador que se considera muy amiga de Fernando Fernán Gómez por el que siente una gran admiración piensa que le hubiera gustado probablemente adaptar al cine la obra él mismo. Es probable que no quedase muy satisfecho de la película ya que él tenía el proyecto de rodarla de una manera más fiel al original y con una duración mucho mayor de la duración corriente de una película.

La mayor dificultad que encontró Lola Salvador cuando se trató de adaptar al cine Las bicicletas son para el verano era precisamente la duración de la obra de teatro que llegaba a las cuatro horas. Además todo pasaba en un lugar único, en un comedor. El acuerdo con el productor era que la película debía durar poco más de hora y media (la duración es de 103 minutos). Lola Salvador afirma tener “un reloj en la cabeza” y con la experiencia que tiene, sabe aproximadamente cuánto va a durar la secuencia que está planeando. Siguiendo el principio enunciado por el gran maestro Griffith que decía que el arte en el cine se basaba en la elección de los mejores momentos, trató de seleccionar las escenas más brillantes de aquellas cuatro horas de la representación teatral. La dificultad estaba entonces en la elaboración de una nueva estructura interna, un nuevo ritmo, lo que la guionista llama “el carrilito”. En efecto la obra de Fernando Fernán Gómez estaba planeada de una manera muy minuciosa con escenas que iban creciendo hasta acabar en un final brillante que arrancaba los aplausos. La película tenía que crear su propio ritmo y además podía jugar con varios escenarios y con el contraste de la luz y la sombra, con la iluminación. Hasta que empieza la guerra, todas las secuencias se sitúan en el exterior. Durante la primera media hora de la película, la acción se representa a plena luz en un verano magnífico. Todo en un principio ocurre al aire libre, en la calle, en el mercado, en el Parque del Retiro. Cuando empieza el conflicto, la acción va cerrándose cada vez más, dominan la secuencias filmadas por la noche y en interiores. La transición, el paso de la luz a la sombra, de la paz a la guerra, y del exterior al interior la marca una secuencia que se sitúa en un espacio intermedio, en una terraza donde se organiza una fiestecita entre vecinos y empiezan a bailar.

El exterior se vuelve a filmar al final, pero ya es muy diferente de lo que se veía al principio, expresa la desolación y la idea que la vida sigue cuando “no ha empezado la paz sino la victoria”. La dificultad del guión de cine a partir del teatro está en dar con la estructura interna de la película ya que el ritmo de cada obra es diferente. Lola Salvador que está muy contenta de la manera en que filmó Jaime Chávarri piensa que la película está muy cerca de ser tan buena como lo fue la representación teatral. De hecho también fue un éxito de público.

Lola Salvador también ha escrito una novela sobre la guerra, Mamita y le gustaría que algún día se adaptara al cine. Ultimamente ha escrito guiones de películas más frívolas, por ejemplo Tierno verano de lujurias y azoteas (1993) a partir de una novela de Pablo Solózobal, La última palabra y que ha sido rodada por Jaime Chávarri, siempre para la productora de Alfredo Matas. La relación con la guerra civil ya lejana viene del hecho de que el protagonista, Pablo (Gabino Diego) es un muchacho recién llegado de Rusia, hijo de uno de aquellos niños de la guerra que se mandaron a la URSS desde el País Vasco sitiado por la tropas de Franco. Pablo que es un gran hablador y ha aprendido el español en los libros está obsesionado por conquistar a su madura prima Olga (Marisa Paredes) que está a punto de estrenar una versión al aire libre de El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Doria (Imanol Arias) el director de la obra ve como Pablo que no es más que un niñato, logra seducir a Olga divirtiéndola con el relato de unos amores exóticos. Recordemos por ejemplo el de la oscura monitora rusa que se creía condenada a morir virgen y a sacrificar su feminidad “en el altar de la gimnasia rítmica” o el de unas masoquistas parisinas. La película termina con la representación de la obra de Shakespeare en la Plaza de la Paja de Madrid. Pablo ya está contando nuevas historias a una chica que iba tocando el acordeón por las terrazas mientras que Olga besa a Doria que ha sabido apoyarla, tranquilizarla y aguantar los nervios del estreno. La última colaboracón de Lola Salvador don Alfredo Matas ha sido una película de encargo, Puede ser divertido (1996) rodada por una amiga, Azucena Rodríguez a la que Lola Salvador se refiere cariñosamente como “la rubia”. En esta comedia actual sobre dos madrileñas, Carmen (Ana Torrent) y Alicia (Mercé Pons), recién divorciadas y con un hijo cada una, se ve como nace entre estas dos mujeres todavía jóvenes una fuerte amistad y se avisa a los espectadores que tienen muchas cosas que aprender : “Hombres, por vuestro bien, enteraos de una puñetera vez cómo son, cómo piensan, cómo sienten las mujeres. Puede ser divertido”

Estas frases que se atribuyen a un “anónimo contemporáneo”, bien podría firmarlas Lola Salvador, esta guionista profesional que sigue diciendo que a pesar de todo le gusta más la literatura que el cine. Lola que habla con cierta nostalgia de su vocación de escritora solitaria a la que las circunstancias no le han permitido dedicarse por ahora, y con humor de su generación de “viejos rockeros de la izquierda” que, si no han logrado cambiar el mundo como se soñaba todavía en los setenta, siguen pensando que merecía la pena intentarlo. Unos “viejos rockeros” que por encima de todo siguen manteniéndose fieles a un ideal de profesionalidad y dignidad.

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